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Anhelamos un país que, llegado el 2030, pueda plantarse en la ONU para decir: cumplimos todos los objetivos del desarrollo sustentable que acordamos hace 15 años.

Sin hambre ni pobreza, con vivienda digna y salud, con seguridad pública y social; con vida digna para toda la población en el sentido más amplio del término, con un medio ambiente sano, que siga mereciendo el título de "natural” y con mayor estándar de calidad en la gestión del estado que nos coloque entre los países avanzados cuyas sociedades gozan de altos niveles de equidad, libertad y democracia.

Apostamos a una mirada superadora de las fracasadas versiones del capitalismo librado a las fuerzas del mercado, o del socialismo estatista: la economía del bien común.

Asumimos una definición esencial por las 3D: democracia de derechos y deberes para toda persona; pero también para los estados, empresas, iglesias, medios de comunicación y demás instituciones sin excepciones.

Aspiramos a una evolución socio-cultural que partiendo de las diversas formas de las familias modernas con sus necesidades básicas satisfechas, de un entorno social fraterno y de un proceso educativo y de cuidados permanente y fecundo, ponga la vida plena, la creación libre y la pública felicidad en el centro del  desarrollo. 

Nos inspiramos en una ética pública y privada, que simbolizamos en Seregni, que está  por encima de la política, que prioriza al país y a las grandes mayorías por sobre el propio partido, y al colectivo por sobre el interés personal. 

Avanzar sin una renovación de los liderazgos será imposible; tampoco, sin una nueva visión del mundo y del país, y una agenda acorde.

No todo es como queremos:

El FA hace muchísimo para mejorar la situación de la inmensa mayoría, poniendo el énfasis en los más desvalidos e históricamente discriminados; hay infinidad de indicadores que lo muestran.

Sin embargo, el flagelo de la inseguridad pública nos golpea a diario y cuestiona las condiciones de vida. 

Tenemos una enorme deuda con la educación de calidad para todos, durante toda la vida. 

Se siente temor por la pérdida de empleos y falta mayor dinamismo en la economía.

Vivienda y salud están lejos aún de satisfacer plenamente la demanda social y todavía hay casos en que la ausencia de condiciones dignas es inaceptable.

Estos y otros desafíos son los de la próxima etapa. 

Para enfrentarlos exitosamente necesitamos este liderazgo nuevo capaz de unir al grueso de la sociedad y del sistema político progresista, con el FA gobernando. Otro talante de diálogo, negociación y búsqueda de grandes entendimientos que den la potencia necesaria para enfrentar enormes desafíos.

Sin grandes esfuerzos en la búsqueda de acuerdos será muy difícil, sino imposible. 

La paridad de fuerzas opuestas a nivel nacional puede imponer bloqueos o habilitar entendimientos nacionales: dependerá de qué se prioriza.