Economía basada en la perspectiva del bien común, superando las visiones fracasadas del neoliberalismo o el socialismo estatista.
Ya nadie duda que la economía es la actividad determinante de la vida social. La mirada desde el bien común, es decir, poniendo la economía al servicio de la gente y no la gente al servicio de la economía, parece la única sensata.
Un uso racional de los recursos pensando en las generaciones venideras y el cuidado del hábitat, crecimiento responsable para que la sociedad toda se beneficie y no fracasadas teorías del derrame que postergaban a los más débiles, son parámetros clave para cualquier desarrollo sostenible. El FA demostró que se puede crecer repartiendo y que repartiendo se crece más y mejor.
Surgen por doquier nuevas formas empresariales que partiendo de una visión amplia de la responsabilidad social inherente a su función, incorporan profundizaciones conceptuales y prácticas basadas en el comercio justo, el trabajo colaborativo, la banca ética, las empresas B, la matriz del bien común y la economía circular, entre otras. Potenciarlas para ir transformando la economía es posible y necesario.
