) Pública felicidad: no tenemos otro objetivo que el marcado por Artigas hace más de 200 años para los orientales y recogido por Seregni el 26 de marzo de 1971 al señalar que el FA retomaba la senda del prócer.
Queremos una sociedad feliz, donde la diversidad cultural, de género, racial, política, religiosa, geográfica, etaria u otras, no sean factores de discriminación sino de enriquecimiento colectivo.
Nacimos como fuerza política pacífica y pacificadora, no nos reconocemos de otro modo. Hoy, en tiempos de turbulencias mundiales y regionales, resurgen odios que parecían muertos o en extinción como el nazismo, la xenofobia, el racismo, la aporofobia, la misoginia, la homofobia y sus variantes.
La pena de muerte, el uso indiscriminado de armas, la furia contra la diversidad de género, las minorías raciales o la llegada de inmigrantes a un país hijo o nieto de extranjeros, son retrocesos inadmisibles.
Tolerancia, aceptación del otro sin falsos miedos, integración social plena y valores cívicos republicanos y democráticos, constituyen la única senda para sostener un país de cercanías y buena convivencia.
La pública felicidad se construye a diario creando comunidad abierta, resolviendo las necesidades básicas de toda la población, cultivando las 3D, fomentando los espacios públicos democráticos e inclusivos, facilitando el turismo interno y externo para el disfrute y el descanso de nuestra gente, para recibir a millones de extranjeros que nos visitan.
Un país para que la juventud haga realidad cualquier proyecto cultural y siga soñando mundos mejores, para que la niñez y la vejentud tengan todos los cuidados que merecen y el conjunto sienta propio el proyecto nacional que se transita.
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